El Regalo del TiempoCartas a Mis Hijos
Capítulo Uno
Carta 1
Por Qué les Escribo
Mis más queridos Paola y Nicolás:
La vida se va de volada. El tiempo es un regalo que no podemos desperdiciar. Y el tiempo es ese pedazo de vida que nos tocó vivir juntos.
Les escribo estas cartas antes que sea demasiado tarde. No, no se asusten. Esta no es una despedida. Todo lo contrario.
Estas son unas cartas para abrazarlos; para darnos, una vez más, la bienvenida.
Las escribo para contarles lo que nunca antes les he contado. O que, tal vez, no se los dije en su totalidad. Y no es que me haya guardado muchos secretos. Simplemente hay algunas cosas que quiero que sepan.
Estas páginas no van a estar llenas de consejos. Lo sé: no hay nada peor ni más irritante que dar consejos no solicitados. Incluso a tus hijos.
Sólo quiero contarles lo que he aprendido en este medio siglo de andanzas—como padre, como hijo y hermano, como periodista, como extranjero, como viajero—y compartirlo con ustedes.
Podrían también argumentar que todo esto ya lo han escuchado directamente de mí o que podríamos hablarlo en persona en una cena. Cualquier momento es bueno para hablar ¿no? Es cierto. Pero de alguna forma sentí la necesidad de que quedara por escrito.
Alguna vez, estoy seguro, levantarán estas páginas para buscar respuesta a alguna interrogante: uno de esos vacíos que siempre quedan sin respuesta en las relaciones entre padres e hijos. Yo me quedé con muchas preguntas para mi padre y no quiero que eso les pase a ustedes.
El miedo no es de morirme.
Mi miedo principal es morir sin decirles todo. Quiero que sepan la manera tan especial en que cada uno de los dos transformó, para bien, mi existencia. O más sencillo: quiero que sepan, de verdad, cuánto los quiero.
Le tengo terror a lo cursi. Pero inevitablemente me atoraré en algunos pantanos de sentimentalismo para explicarles cómo me siento. Sorry.
Hay muchos padres que se quejan de que sus vidas se complicaron cuando nacieron sus hijos. A mí me ocurrió exactamente lo opuesto. Después del nacimiento de cada uno de ustedes, mi vida se simplificó: supe en esos momentos que no había nada ni nadie más importante para mí. Y así ha sido desde entonces. Ustedes se convirtieron en mi prioridad y lo demás fue, pues, lo demás.
Ya no tengo que escoger. Ustedes escogieron por mí. Tengo esa paz interior de saber que, antes que cualquier otra cosa, ustedes van primero.
Nicolás, como tú sabes hasta el cansancio, cada vez que tengo la oportunidad te digo que tú y Paola son lo más importante para mí. En ocasiones me da risa tu carita (cuando me ves como si te estuviera hablando un loco) al repetirte esa pregunta-mantra vital para mí: ¿Tú sabes que eres lo más importante de mi vida?
Eso ya me lo dijiste, papá, me dices. Y al oírlo me quedo tranquilo. Pero unos días después, te lo vuelvo a preguntar.
Contigo Paola, quizás por ser la mayor, no te lo he dicho tanto. Mi error. Y me apena. No hay un manual para ser padres y a los dos nos ha tocado acertar y equivocarnos en esta arriesgada y hermosa aventura de padre e hija primerizos.
Los primogénitos—y no se te olvide que yo también soy uno—llevamos la carga más pesada de la familia. Los papás experimentan con nosotros. En ocasiones es como caminar en la oscuridad y a tientas. No sabes si lo haces bien o mal. Haces, eso sí, lo mejor que puedes, aunque siempre te queda la duda de si actuaste correctamente.
¿Y por qué les escribo estas cartas ahora? ¿Por qué no escribir, como antes, otro libro de política, de entrevistas o de uno más de mis viajes?
¿Por qué hacer público algo tan privado?
Bueno, después de veinticinco años viviendo hacia afuera, persiguiendo noticias, me he dado permiso para hacer una pausa y ver hacia dentro. Sí, me di permiso. Y me encontré a un ser muy incompleto. Durante años había bloqueado o evadido tantas cosas que en ocasiones ni yo mismo me reconocía. Es como si me hubiera desconectado de mi parte emocional.
Las cartas que van a leer a continuación me han ayudado a reconectarme con mis emociones y, algún día, con ustedes y la gente que me rodea y me quiere. Es muy emocionante, casi una sorpresa, cuando redescubres en ti esa chispa enterrada. Y luego de encontrarla, no estoy dispuesto a dejarla apagar de nuevo.
Me rescaté. Me descongelé emocionalmente.
Paola, Nicolás, estas cartas incluyen todo lo que siempre les he querido decir y que no quiero que olviden. Estas cartas son resultado del tiempo que hemos pasado juntos y que es irrepetible. Estas cartas, al final de cuentas, son la prueba más clara de que mi vida es muchísimo mejor gracias a ustedes dos.
Los quiero montones,
Papá.
El Regalo del Tiempo
Cartas a Mis Hijos. Copyright © by Jorge Ramos. Reprinted by permission of HarperCollins Publishers, Inc. All rights reserved. Available now wherever books are sold.
Excerpted from El Regalo del Tiempo: Cartas a Mis Hijos by Jorge Ramos
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